Las cosas que mi abuelita me enseñó

Las cosas que mi abuelita me enseñó, que no quiero olvidar y poder trasmitir a quienes vienen después de mi.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El tiempo del Señor

Dios no me ha dado la oportunidad de ser madre...y estoy agradecida por ello...
 


Quiero explicar el porque.

En estos cuatro años Dios me ha enseñado que mis caprichos no están dentro de Sus planes para mi felicidad eterna.
Estoy agradecida porque no me ha dado lo que sé que en este momento no puedo manejar. Porque me ha dado la suficiente sensatez para aceptar su voluntad y no quejarme de no recibir lo que creo es importante para mi, ahora.
Dios me ha enseñado que el ser madre es siempre una bendición, no importa si una mujer ha cometido un error a destiempo y está en una situación emocional inestable, si es una mujer preparada para ser madre o alguien que nunca ha podido concebir un hijo biológico. La maternidad es un don divino, que Dios otorga a espíritus selectos, y no se necesita engendrar un hijo para participar de este don. Dios ha sido tan bondadoso que me ha permitido aprender de los niños y desarrollar ciertos atributos que aunque no soy madre, me permiten entender una poco de lo que es la maternidad.
Dios me ha dado grandiosas oportunidades de conocer a personas maravillosas que con su ejemplo de vida, con su silencio (en muchas ocasiones) o sólo acompañando mis lágrimas han servido de consuelo en los momentos de más frustración en este proceso.
Me ha dado conocimiento, la oportunidad de tener experiencia en cosas que jamás creí que fuera capaz de realizar. Me ha dado la oportunidad de encontrarme a mi misma y conocer cuales son mi sueños y tener el tiempo suficiente para poder emprender mi camino hacia mis metas, no sólo personales sino junto con mi esposo.
Me ha bendecido con un compañero asombroso! Se qué de no estar casada con él, Dios no me habría permitido pasar por esta prueba, porque sin su ayuda amorosa, su espíritu incansablemente fiel y su valentía, no sería capaz de soportar todo cuanto ha sucedido en este tiempo. Nos ha dado a ambos la oportunidad de unirnos en muchos sentidos, de multiplicar y fructificar el amor que sentimos el uno por el otro. De esforzarnos por multiplicar las bendiciones que nos da el Señor al ser una bendición en la vida de las demás personas, y de fructificar nuestro hogar con la amistad de tan bellas personas que bendicen la nuestra.
Me ha recordado lo que yo creí haber aprendido mientras fui misionera: "la paciencia es soportar las demoras, sin frustración, enojo, ni ira"
Me ha permitido, de igual manera, probar de la amargura que la ignorancia de ciertas personas puede traer al corazón cuando tratan con insensibilidad a aquellos que sin saber, pasan por problemas para tener hijos. Me ha ayudado a tener la prudencia necesaria para ignorar esos comentarios y ser más fuerte, más compasiva hacia esas personas y más prudente en mis comentarios hacia los demás cuyas circunstancias desconozco y no me permito juzgar.
La realidad, es que Dios me ha concedido tantas cosas en estos cuatro años, que en ocasiones mi interior parece preguntar tal cómo Elcana a su amada Ana: "¿no te es mejor todo esto que diez hijos?".
Sin embargo, no puedo rendirme y decir que mi situación me es cómoda. Porque aún en mi corazón está el deseo de hallar gozo en mi posteridad.
Mi Padre en los Cielos, me ha concedido tanto, que a veces pedirle por un hijo me parece atrevido, desconsiderado inclusive, pero sé que Él conoce los deseos de mi corazón y en SU tiempo! me dará lo que justamente he merecido.
Agradezco que Dios no me ha permitido tener hijos, porque he encontrado gozo en cada día en que le he suplicado de rodillas que me permita ver llegar el día en que mi esposo pueda ser llamado "papá" y mire hacia atrás con un corazón agradecido por todo lo que he aprendido, una alma refinada por el  dolor soportado, unas rodillas gastadas por todo lo implorado y esperanza hacia el futuro.
El tiempo del Señor, no es el nuestro, eso me lo ha demostrado muchas ocasiones en que los doctores aun se preguntan, por que mi esposo y yo no hemos concebido. Pero tal como me insistía mi abuelita (y desde su partida, sigo escuchando su voz en mi cabeza) "llegarán a su tiempo niña, a su tiempo"....
Estoy decidida a disfrutar la jornada, esperando a ver cumplir el tiempo del Señor, y aunque como Ana, hubo ocasiones en que solo lloraba y no comía, he decidido tener mayor fe y agradecer al Padre por considerarme lo suficientemente fuerte para pasar por circunstancias como ésta.
He hallado mayor gozo al ver las cosas que si poseo, las bendiciones de las cuales gozo día a día, mientras veo llegar mi promesa mas esperada.