Las cosas que mi abuelita me enseñó

Las cosas que mi abuelita me enseñó, que no quiero olvidar y poder trasmitir a quienes vienen después de mi.

jueves, 24 de julio de 2014

El arte de coser



De entré mis primeros recuerdos, se encuentra uno que es de mis favoritos. Pasar horas en la máquina de mi abuelita en su departamento abriendo y cerrando cajones, sacando y acomodando hilos, salpicando y contando botones.
Mi abuelita estudió una licenciatura, trabajó algunos años con su esposo en un laboratorio de análisis clínicos. Pero su verdadera vocación fue ser modista! No necesitaba un título para ello, aunque cursos tomó bastantes. Pero en verdad era buena en lo que hacía.
Una vez me contó como inició todo.
Una de sus hermanas tomó un curso de confección y a ella le llamó la atención. Así que empezó a estudiar también y se hizo su primer vestido a los 14 años. Y desde ahí no dejó de coser. Hacía de todo! Vestidos de novia, disfraces, ropa casual... Pantalones de vestir no, pero a todos sus hijos les hizo su ropa. Bueno, a mi desde que tengo memoria me hizo ropa. Toda mi ropa para irme a la misión la hizo ella, cuando me casé mis dos vestidos ella me los diseñó y cosió. Era el mejor de sus dones: plasmar amor y dedicación en tela.
La verdad es que no aprendí tanto como hubiese querido de ella. Yo soy más práctica! Pero definitivamente crecí siempre viendo a mi abuelita y a mi mamá en una máquina de coser.
Cuando empecé a coser...creo que fue a los 16 años ( bueno, según yo cosía ropa para mis muñecas desde niña, que al final de cuentas mi mamá o abuelita terminaban reparando por lo chueca que me quedaba).
Estuve unos meses fuera de la escuela y tomé unos cursos, entre ellos principios muuuuuy básicos de costura. La realidad era que la maestra trazaba, cortaba, prendía con alfileres y yo sólo cosía donde me indicaba. No creo haberlo hecho tan mal, pues en esos cuatro meses hice varias faldas, dos chamarras y algunas blusas.
Empiezo a creer que en realidad me gusta coser.
Me hipnotiza el movimiento de la máquina al coser y me gusta el sonido de las tijeras al cortar la tela, pienso que tal vez porque de niña solía jugar cerca de donde abuelita cosía.
Me encanta categorizar los botones por colores y usar algo que sé que hice con mis propias manos.
Pues ya no tendré de otra, porque ya no habrá quien me repare mis costuras chuecas. Tendré que aprender  solita este maravilloso arte.